La instalación del Nacimiento o Belén es una de las tradiciones más arraigadas en los hogares mexicanos, una herencia cultural que se remonta a San Francisco de Asís. Para comenzar, es fundamental elegir el espacio adecuado en la sala; debe ser un lugar visible pero que no obstruya el paso, preferentemente en una esquina o bajo el árbol de Navidad. La base se construye tradicionalmente con cajas de cartón de diferentes alturas para simular montañas y relieve, cubiertas posteriormente con papel roca o tela de yute, evitando en la medida de lo posible el musgo y heno naturales para proteger el ecosistema, optando por versiones artificiales o aserrín pintado.
Una vez preparada la orografía del pesebre, se coloca el portal en la parte más alta o central, destinado a la Sagrada Familia. Es importante orientar la estructura de manera que invite a la contemplación. La iluminación juega un papel crucial; se recomienda utilizar guías de luces LED cálidas escondidas entre el follaje o una luz focalizada sobre el pesebre para crear una atmósfera de recogimiento y calidez. Muchos decoradores sugieren trazar un «camino» con piedras o arena que guíe visualmente hacia el portal, simbolizando el peregrinaje.
El montaje debe seguir una lógica narrativa. Primero se colocan los elementos del paisaje: pastores, pozos, puentes y animales de granja dispersos en las montañas simuladas. Las figuras deben mirar hacia el centro de la escena. Es vital revisar la escala de las piezas; las figuras más grandes deben ir al frente y las más pequeñas al fondo para dar una sensación de profundidad y perspectiva, un truco visual utilizado por los artesanos desde hace siglos.
En cuanto al protocolo de las figuras principales, la tradición dicta tiempos específicos. Aunque María, José, la mula y el buey se colocan desde el principio, la figura del Niño Dios no se debe acostar en el pesebre hasta la medianoche del 24 de diciembre. De igual manera, los Reyes Magos deben situarse lejos del portal e irse acercando progresivamente día con día, hasta llegar a su destino el 6 de enero, manteniendo viva la dinámica de la historia durante toda la temporada.
Finalmente, el toque final lo da la creatividad familiar. No existen reglas estrictas sobre el estilo, que puede ir desde lo barroco y artesanal mexicano hasta lo minimalista. Lo esencial es que el montaje se convierta en una actividad de integración familiar, donde cada miembro coloque una pieza, renovando así el compromiso y la esperanza que simboliza esta representación plástica del nacimiento.
