
Por Juan Pablo Ojeda
En un momento clave para la relación comercial entre México y Estados Unidos, la presidenta Claudia Sheinbaum confirmó que sostuvo una llamada telefónica con su homólogo estadounidense, Donald Trump, con quien discutió los temas más álgidos de la agenda bilateral: los aranceles a productos mexicanos, especialmente al jitomate, y la colaboración en materia de seguridad fronteriza.
La propia mandataria dio a conocer el encuentro virtual a través de su cuenta en X (antes Twitter), donde calificó la charla como “muy productiva” y aseguró que su gobierno seguirá dialogando con la administración de Trump con el objetivo de alcanzar acuerdos que beneficien a ambos países. Aunque no se revelaron detalles concretos de la conversación, el mensaje deja claro que las negociaciones están activas y en curso.
Del lado estadounidense, Trump replicó en su red social Truth Social el tono positivo del encuentro, señalando que la conversación fue “muy productiva”, pero sin ofrecer mayor información. Eso sí, aprovechó para presumir que otras potencias como China, Italia y Japón también han solicitado reunirse con él, lo que marca el tono que busca imponer en la política exterior estadounidense.
La conversación ocurre en un contexto tenso: Estados Unidos impuso un arancel del 25% a ciertos productos importados, incluidos algunos mexicanos, aunque estas medidas fueron suspendidas por tres meses. Sheinbaum aclaró que, gracias a las reglas del TMEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), los productos que entren bajo este acuerdo están exentos de dichos aranceles, lo que da un respiro al sector exportador.
Pero hay un punto aparte que sigue generando ruido: el caso del jitomate mexicano, un producto emblemático de exportación. Según Julio Berdegué Sacristán, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), la sanción específica contra este producto no forma parte del paquete global de aranceles, sino que se trata de una acusación de dumping (vender por debajo del precio de mercado). El funcionario rechazó esa acusación, asegurando que no se ha comprobado ninguna práctica desleal, y adelantó que México buscará negociar directamente esta sanción.
Como si no fuera suficiente con los temas económicos, la presidenta también informó que México envió una nota diplomática a Estados Unidos para pedir claridad sobre la instalación de una base militar en territorio fronterizo del lado norteamericano. Si bien Sheinbaum reconoció que esa decisión corresponde al gobierno de Trump en su propio país, dejó en claro que espera que no afecte la colaboración en seguridad entre ambas naciones.
“Sí hay diálogo”, dijo Sheinbaum, reafirmando que, a pesar de las diferencias y tensiones, México mantiene abierta la vía diplomática, tanto para defender sus intereses comerciales como para asegurar que la relación bilateral no se desborde en otros frentes.
En resumen, el tablero entre México y Estados Unidos está en pleno movimiento. Aranceles, jitomates, bases militares y el TMEC están sobre la mesa. Y aunque el tono parece cordial, los próximos meses serán clave para ver si los acuerdos llegan o si la tensión escala. Por ahora, el diálogo sigue vivo, pero el reloj avanza.