
Después de varias semanas complicadas por una doble neumonía, el Papa Francisco reapareció públicamente el Domingo de Pascua a bordo del papamóvil, recorriendo la Plaza de San Pedro y saludando a una multitud entusiasta que gritaba “¡Viva el Papa!” mientras ondeaban banderas de todo el mundo.
A sus 88 años, el líder de la Iglesia Católica no presidió la misa de Pascua, pero sí ofreció la tradicional bendición “Urbi et Orbi” desde el balcón principal de la Basílica de San Pedro. En su mensaje, volvió a tocar temas delicados: la guerra en Gaza, el antisemitismo, los rehenes, y el respeto a la libertad religiosa.
Con voz pausada y enérgica, Francisco pidió un alto el fuego inmediato en Gaza y exigió que se liberen a los rehenes retenidos por Hamás. Calificó la situación como “dramática y deplorable” y expresó su cercanía tanto con el pueblo palestino como con el pueblo israelí, haciendo hincapié en que sin respeto mutuo, la paz no es posible.
“Acudan en ayuda de un pueblo hambriento que aspira a un futuro de paz”, dijo el Papa en referencia a Gaza, donde más de 51 mil personas han muerto desde el inicio del conflicto.
El pontífice también condenó el antisemitismo creciente en el mundo, haciendo un llamado a erradicar el odio y construir puentes a través del diálogo y la compasión.
Más temprano ese día, Francisco tuvo una breve reunión con JD Vance, vicepresidente de Estados Unidos y ferviente católico. El político estadounidense viajó a Italia durante el fin de semana y fue recibido con regalos vaticanos: rosarios, una corbata con el escudo del Vaticano y huevos de chocolate para sus hijos.
Aunque el encuentro fue breve, se tocó el tema de las guerras, los migrantes y los desplazados. En los últimos meses, el Papa ha sido crítico con las políticas migratorias de Trump y con las expulsiones masivas promovidas por su gobierno. En febrero, incluso escribió a los obispos de EE.UU. calificando la situación como una “crisis seria”.
La Plaza de San Pedro lucía llena de vida y color con motivo de la Pascua. Aunque el Papa aún mantiene limitada su agenda por motivos de salud, su presencia emocionó a los fieles. Desde su silla elevada, saludó a bebés, bendijo a niños y agradeció las oraciones que lo acompañaron durante su enfermedad.
Este regreso, aunque breve, reafirma que Francisco sigue al tanto de los conflictos globales, y no pierde oportunidad para alzar la voz por los más vulnerables, por la paz y por la dignidad humana.