
El ejercicio físico no solo es clave para mantener una buena salud general, sino que también puede convertirse en una herramienta terapéutica fundamental en la lucha contra el cáncer. Así lo afirma un nuevo estudio publicado este 30 de abril de 2025 en la prestigiosa revista British Journal of Sports Medicine, donde un grupo internacional de científicos aboga por que los médicos comiencen a prescribir actividad física como parte del tratamiento estándar para pacientes oncológicos.
Un aliado contra los efectos secundarios
La revisión, liderada por investigadores chinos, analizó 80 estudios sistemáticos que exploran la relación entre el ejercicio físico y distintos tipos de cáncer. Los resultados son contundentes: quienes realizan actividad física durante el tratamiento experimentan una reducción significativa de efectos secundarios como la fatiga, el deterioro cognitivo (conocido como “niebla cerebral”), los daños cardíacos y neurológicos, e incluso trastornos metabólicos.
Además, se observó una mejora en la masa corporal magra, reducción de la grasa corporal y mejor control de indicadores como la insulina y los marcadores de inflamación.
Más bienestar físico, emocional y social
No solo el cuerpo se ve beneficiado. Los especialistas señalan que el ejercicio ayuda también a mejorar el bienestar mental y emocional, combatiendo la ansiedad, el insomnio y la depresión. Prácticas como el yoga o el taichí fueron especialmente recomendadas por sus efectos positivos en el sueño y la ansiedad.
La actividad física en grupo también mostró beneficios adicionales: mejora la funcionalidad social, reduce el aislamiento y aumenta la posibilidad de que los pacientes retomen sus actividades laborales o sociales previas al diagnóstico. En este sentido, el yoga destacó como una de las prácticas más efectivas para el bienestar social.
Hacia un tratamiento más integral
Ante estos hallazgos, los investigadores sugieren que los sistemas de salud incorporen el ejercicio como un complemento prescrito y adaptado dentro del plan terapéutico para pacientes con cáncer. Sin embargo, subrayan que es necesario seguir investigando para determinar qué tipo de actividad física es la más beneficiosa según el tipo de cáncer, su estadio y las características individuales de cada paciente.
No imponer, sino acompañar
Celene Doherty, enfermera especializada en información oncológica de Cancer Research UK, celebró los resultados del estudio, pero hizo una importante advertencia: “Los pacientes con cáncer enfrentan una etapa muy difícil, y la idea de hacer ejercicio puede resultar abrumadora”. Por ello, insistió en que es fundamental ofrecer apoyo y adaptar el ejercicio al ritmo y capacidades de cada persona, sin generar presión.
En resumen, el ejercicio físico no debe verse solo como una recomendación general de estilo de vida, sino como un elemento terapéutico con impacto real en la calidad de vida y recuperación de las personas con cáncer. Un paso más hacia un enfoque más humano, integral y efectivo en la atención oncológica.