Por Juan Pablo Ojeda
Donald Trump ha logrado lo impensable: tras un reñido enfrentamiento electoral, el ex presidente de Estados Unidos será el nuevo inquilino de la Casa Blanca. A tan solo tres años de haber dejado el cargo, el candidato del Partido Republicano ganó las elecciones y regresará como presidente por segunda vez. Esta victoria, celebrada en el Centro de Convenciones de Palm Beach, en el sur de Florida, tiene un impacto profundo tanto en la política interna de EE. UU. como en el orden global.
Trump superó a su rival, la vicepresidenta Kamala Harris, y logró la mayoría en los cruciales «estados bisagra» o «swing states» que definieron los comicios: Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania, Michigan y Wisconsin. Estos estados, que se consideran clave para alcanzar la mayoría en el Colegio Electoral, fueron decisivos para que el ex mandatario republicano obtuviera la victoria, por un estrecho margen.
La actual administración demócrata sufrió un retroceso importante en comparación con las elecciones de 2020, cuando Joe Biden se impuso, en buena parte, gracias a estos mismos estados. Esta vez, sin embargo, el voto popular también se inclinó hacia Trump, quien consiguió más de 69 millones de sufragios, superando por más de 5 millones a los 64 millones de Harris. Este fuerte respaldo popular le da a Trump una legitimidad política inédita para un candidato republicano, históricamente respaldado por el Colegio Electoral más que por un gran apoyo popular.
Implicaciones Políticas Internas: El Partido Republicano en el Senado
Aparte de la victoria presidencial, el Partido Republicano logró un éxito crucial en las elecciones legislativas. El control del Senado fue asegurado, con victorias clave de figuras como Bernie Moreno en Ohio, Jim Justice en Virginia Occidental y Deb Fischer en Nebraska. Este control legislativo aumentará significativamente el poder de Trump al frente del Ejecutivo, proporcionándole una plataforma más sólida para impulsar su agenda política.
El Mundo Cambiado: Retos Internacionales para Trump
El retorno de Trump a la presidencia se da en un contexto internacional radicalmente diferente al que dejó en 2021. En su primer mandato, Trump dejó una nación en medio de la pandemia de COVID-19, mientras que en la actualidad, el mundo está marcado por tensiones geopolíticas y la creciente inestabilidad en Asia, Europa del Este y Medio Oriente.
FULL SPEECH: Donald J. Trump Delivers Powerful Victory Speech After Winning 2024 Presidential Election & Securing 2nd Term As POTUS 47
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— Alex Jones (@RealAlexJones) November 6, 2024
Tensiones con China
Una de las grandes prioridades de Trump será enfrentar el creciente poder de China. Desde su salida de la Casa Blanca, Pekín ha intensificado sus maniobras militares cerca de Taiwán, desafiando abiertamente la estabilidad regional. Trump, conocido por su diplomacia directa, podría convocar una cumbre con el presidente chino Xi Jinping para intentar contener la escalada belicista. Sin embargo, el aumento de restricciones estadounidenses sobre la tecnología y los microprocesadores podría generar aún más fricciones con el régimen chino.
La Guerra en Ucrania
Otro desafío significativo para Trump será la invasión rusa a Ucrania. A pesar de su postura de querer resolver el conflicto rápidamente, la realidad sobre el terreno es compleja. La ayuda de Kim Jong-un a Vladimir Putin en la guerra, sumada a la resistencia feroz de Ucrania, deja pocas opciones diplomáticas fáciles. Trump deberá lidiar con las presiones de los aliados europeos y las demandas de Putin, mientras se enfrenta a una situación que podría convertirse en un conflicto aún más prolongado y costoso.
Medio Oriente: El Regreso de Trump y las Amenazas a Israel
Trump también heredará un Medio Oriente inestable. La guerra en Gaza, la creciente influencia de Irán y la situación de las milicias armadas en la región constituyen un caldo de cultivo para nuevos conflictos. Tras el ataque masivo de Hamas a Israel en octubre de 2023, Trump se encuentra en una posición en la que su relación con el líder iraní, Alí Khamenei, podría determinar la dirección del conflicto. Mientras tanto, el régimen de Teherán, afectado por las sanciones y el aislamiento internacional, podría tomar medidas más extremas antes de que Trump asuma el cargo.
La estrategia de Trump hacia Irán, que incluyó la eliminación del general Qassem Soleimani en 2020, podría tomar una nueva dirección en sus esfuerzos por evitar un conflicto mayor en la región. Si bien ha prometido ser un presidente que «termina guerras, no las empieza», el contexto actual podría presionar a Trump a tomar decisiones difíciles, en particular sobre el programa nuclear iraní y la defensa de Israel.
Un Mundo Más Peligroso
La Casa Blanca que Trump heredará en enero de 2025 estará marcada por tres frentes bélicos potencialmente peligrosos: la guerra en Ucrania, las tensiones con China y las amenazas en Medio Oriente. A medida que el mundo se enfrenta a la posibilidad de una confrontación de gran escala, la gestión de Trump será observada de cerca. Su promesa de poner fin a los conflictos, sin iniciar nuevos, podría ser puesta a prueba en un escenario mundial cada vez más volátil.
Como dijo Trump en su discurso de proclamación, «Voy a terminar guerras, no voy a empezar guerras». Sin embargo, las decisiones que tome durante su segundo mandato definirán si puede cumplir con esta promesa en un contexto global cada vez más peligroso.