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En una sesión cargada de intensidad en el Congreso de la Unión, la senadora panista Lilly Téllez protagonizó un momento de alto impacto político al calificar al presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, como “tirano enano” y “reyezuelo de narcopolíticos”. Este pronunciamiento, ocurrido el 21 de mayo de 2025, se dio en el contexto de un debate sobre la elección judicial, donde Téllez criticó con firmeza la disculpa pública que un ciudadano fue obligado a ofrecer a Noroña tras un altercado en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) en septiembre de 2024.
La legisladora sonorense, conocida por su estilo directo, cuestionó el abuso de poder que representa la exigencia de una disculpa pública y conectó este incidente con la creciente criminalidad en México. Téllez calificó como una “trágica coincidencia” que, mientras el Estado parece doblegarse ante el crimen organizado, un ciudadano sea humillado por expresar su opinión. Su intervención incluyó un gesto simbólico: dejó en la Mesa Directiva una capa roja, una corona y un cetro, ridiculizando a Noroña como un “reyezuelo” que busca someter a la ciudadanía.
El discurso de Téllez resonó entre los legisladores de oposición, quienes aplaudieron su valentía al confrontar al oficialismo. La senadora exhortó a los mexicanos a no temer a los “narcopolíticos”, reafirmando su compromiso con la defensa de la libertad de expresión y la dignidad ciudadana. “Mexicanos, no le tengan miedo al narcopolítico de Noroña”, expresó, respaldando al ciudadano que increpó al senador. Este mensaje posiciona a Téllez como una figura que representa el sentir de una ciudadanía frustrada por la inseguridad.
El altercado en el AICM, ocurrido en septiembre de 2024, añade relevancia a la postura de Téllez. En dicho incidente, un ciudadano insultó a Noroña en una sala VIP, lo que llevó al senador a denunciar agresiones y al Senado a presentar una querella formal. La disculpa pública, ofrecida en la Cámara Alta, fue vista por Téllez como una muestra de prepotencia, una percepción compartida por sectores de la oposición y organizaciones civiles que critican la intimidación a ciudadanos.
La intervención de Téllez también vinculó el incidente con el deterioro de la seguridad en México. Hizo referencia al asesinato de colaboradores de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México como un ejemplo de la impunidad que aqueja al país. Esta conexión refuerza su narrativa de un Estado que, en lugar de combatir la criminalidad, parece someterse a ella, mientras ciudadanos son silenciados por expresar su descontento.
A pesar de críticas de legisladores oficialistas, quienes pidieron a Téllez ceñirse al tema de la elección judicial, la panista mantuvo su postura firme. Su acción, al llevar objetos simbólicos y proyectar el video del altercado, fue un acto de teatro político que captó la atención mediática y reforzó su imagen como una legisladora dispuesta a desafiar al poder.
El impacto de este episodio trasciende el enfrentamiento personal. Analistas señalan que podría influir en la percepción pública del Congreso y en el clima electoral rumbo a futuros comicios. Téllez, con su estilo confrontacional, ha logrado posicionarse como una voz crítica que resuena entre quienes demandan mayor transparencia y rendición de cuentas.
La postura de Téllez también refleja un esfuerzo por mantener viva la discusión sobre la inseguridad y la relación del gobierno con el crimen organizado. Al proponer soluciones radicales, como considerar a los cárteles como terroristas, la senadora busca respuestas contundentes para un problema que afecta a millones de mexicanos. Este enfoque le ha ganado apoyo entre sectores que exigen mano dura contra la delincuencia.
En conclusión, la intervención de Lilly Téllez en el Senado fue una defensa apasionada de los derechos ciudadanos frente a los abusos de poder. Su valentía para confrontar a figuras como Noroña, combinada con su habilidad para conectar con la ciudadanía, consolida su papel como una de las voces más destacadas de la oposición en México. Este episodio seguirá alimentando el debate sobre la libertad, la seguridad y la responsabilidad de los legisladores.