Microplásticos en el cerebro: un alarmante hallazgo

Un reciente estudio ha revelado la presencia de pequeños fragmentos y fibras de plástico en el tejido nasal de cadáveres humanos, marcando una preocupante señal sobre la invasión de microplásticos en nuestro organismo. Estos hilos y trozos de microplástico fueron encontrados específicamente en el bulbo olfatorio, la parte de la nariz encargada de detectar los olores y situada en la base del cerebro.

El investigador principal del estudio, Luís Fernando Amato-Lourenço, postdoctoral en microplásticos de la Universidad Libre de Berlín, explicó que una vez que estas partículas alcanzan el bulbo olfatorio, existe la posibilidad de que se transloquen a otras regiones del cerebro. “La translocación depende de varios factores, entre ellos la forma de la partícula, si es una fibra o un fragmento, su tamaño y los mecanismos de defensa del organismo”, señaló Amato-Lourenço.

Debido a su menor tamaño y forma, las partículas tienen más probabilidades de eludir las células de microglía en la barrera hematoencefálica, una membrana que protege el cerebro y la médula espinal de sustancias dañinas. “Este es un estudio realmente interesante”, comentó Phoebe Stapleton, profesora asociada de farmacología y toxicología en la Universidad Rutgers, sin haber participado en la investigación. “Realmente creo que habrá plásticos en todas partes del cuerpo que examinemos. Esto es simplemente una prueba más”.

Los microplásticos, fragmentos de polímeros de entre 5 milímetros y 1 micrómetro, ya han sido detectados en diversos órganos humanos como el cerebro, los testículos, la sangre, los pulmones, el hígado, la orina, las heces, la leche materna y la placenta. Un análisis previo realizado en marzo encontró que las personas con microplásticos en los tejidos de la arteria carótida tenían el doble de probabilidad de sufrir un ataque cardíaco, un derrame cerebral o morir por cualquier causa en los próximos tres años en comparación con aquellas sin estas partículas.

Sin embargo, la comunidad científica aún debate sobre el impacto real de estos hallazgos. Betsy Bowers, directora ejecutiva de EPS Industry Alliance, señala que la falta de consenso se debe a «una garantía de calidad insuficiente» en los estudios, incluyendo definiciones ambiguas de nanoplásticos y metodologías de prueba sesgadas.

El estudio no logró identificar la fuente específica de exposición a los microplásticos ni por qué algunos cadáveres presentaron evidencia de plástico en sus narices mientras otros no. Amato-Lourenço sugiere que la inflamación local de la mucosa nasal puede facilitar la penetración de estas partículas. Muchas de las fibras encontradas provienen de prendas de vestir con tejidos sintéticos y objetos cotidianos como alfombras y cortinas.

Para reducir la exposición a los microplásticos y las sustancias químicas asociadas, expertos recomiendan medidas como usar recipientes de acero inoxidable o vidrio, evitar calentar alimentos en plástico, y reducir el uso de plásticos desechables. El Dr. Leonardo Trasande de NYU Langone Health sugiere revisar los códigos de reciclaje en productos para identificar y evitar ciertos tipos de plásticos que contienen ftalatos, conocidos disruptores hormonales.

El hallazgo de microplásticos en el tejido nasal humano subraya la urgencia de abordar la contaminación plástica y sus implicaciones para la salud pública. A medida que el cambio climático puede alterar la distribución de las serpientes y aumentar el contacto humano con ellas, también es crucial entender cómo otros contaminantes, como los microplásticos, están infiltrándose en nuestros cuerpos y afectando nuestra salud a largo plazo.

La investigación continúa, y es fundamental que la comunidad científica, las autoridades sanitarias y la sociedad en general trabajen conjuntamente para mitigar los riesgos asociados con la contaminación plástica y proteger la salud humana de manera integral.

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