
Viajar en avión ya no significa depender exclusivamente del menú a bordo o de los costosos bocadillos del aeropuerto. Cada vez más pasajeros optan por llevar su propia comida, una práctica que, aunque común, requiere planificación para cumplir con las regulaciones de seguridad, adaptarse a la duración del vuelo y garantizar la conservación de los alimentos. Según dietistas como Amanda Blechman, de Danone Norteamérica, y Amy Davis, consultadas por Yahoo News, hay opciones sabrosas, seguras y nutritivas que se pueden disfrutar sin contratiempos a bordo.
Una de las alternativas más versátiles es la caja de embutidos casera, que puede armarse con cubos de queso, frutas, verduras crudas, aceitunas y galletas integrales. Esta combinación no solo es rica en proteínas, fibra y grasas saludables, sino que no necesita cubiertos y se conserva bien en vuelos de corta y media duración, especialmente si se acompaña con una bolsa de gel congelado, como permite la TSA.
Otra opción interesante es el yogur en porciones individuales. Siempre que no superen los 95 gramos (3,4 oz), pueden pasar por el control de seguridad si se congelan antes del viaje y se guardan en la bolsa de líquidos del equipaje de mano. Blechman recomienda aquellos con alto contenido proteico, ideales para mantener la saciedad sin ocupar demasiado espacio.
También destacan los untables como el hummus o el guacamole, siempre que se transporten en envases individuales que respeten las reglas de líquidos. Son ideales para acompañar bastones de vegetales o chips horneados y se mantienen frescos si se guardan correctamente.
Para quienes buscan una fuente rápida de proteínas, los palitos de carne son imbatibles. No requieren refrigeración, tienen una larga vida útil y son discretos en aroma y tamaño, lo que los hace perfectos para trayectos largos. Amy Davis los recomienda como un snack eficiente y libre de complicaciones.
Las verduras crudas cortadas, como zanahorias baby, pepinos o apio, también son grandes aliadas. Al ser ricas en agua, ayudan a contrarrestar la deshidratación que suele provocar el aire seco de la cabina. Además, son fáciles de consumir sin utensilios y no requieren refrigeración si se comen en las primeras horas del viaje.
Otro snack casero y nutritivo es el de porotos tostados, como garbanzos o edamame. Al prepararlos en casa con un toque de aceite de oliva y especias, se logra una combinación crujiente, rica en fibra y proteínas, perfecta para vuelos sin refrigeración ni servicio de comidas.
Finalmente, para quienes desean algo untuoso sin correr riesgos de alergias ajenas, la mantequilla de semillas de girasol es una excelente alternativa. Disponible en envases pequeños, ofrece un perfil nutricional similar al de los frutos secos pero sin el potencial alergénico. Las semillas de girasol peladas también son una opción práctica y segura.
En resumen, llevar comida en el avión no solo es posible, sino también recomendable si se eligen snacks adecuados, tanto por su composición como por su formato. Con un poco de organización, es posible alimentarse bien, ahorrar dinero y evitar los contratiempos que muchas veces generan las opciones limitadas a bordo.