
Donald Trump vuelve a estar en el centro de la polémica. Esta vez, no por sus discursos ni por sus redes sociales, sino por haber aceptado un costoso regalo del gobierno de Qatar: un Boeing 747 valuado en 400 millones de dólares, que será transformado en su nuevo Air Force One.
Según publicó The New York Times, la administración Trump recibió formalmente la aeronave a través del secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien ya dio luz verde para que la Fuerza Aérea estadounidense evalúe cómo adaptar el avión a las exigencias de seguridad, comunicación y operación que requiere el uso presidencial.
El avión fue construido por la empresa estadounidense Boeing y ya se encuentra bajo análisis del Pentágono, que estudia cómo convertirlo en el nuevo ícono aéreo del poder presidencial.
Regalo millonario y críticas legales
La aceptación del jet por parte de un gobierno extranjero no tardó en encender alarmas en Washington. Legisladores demócratas acusan que este tipo de obsequios pueden violar leyes federales que prohíben regalos significativos de naciones extranjeras, precisamente para evitar que influyan en decisiones del gobierno.
Expertos en ética gubernamental y derecho constitucional también han levantado la voz. Señalan que este tipo de acuerdos podrían cruzar líneas legales delicadas y abrir la puerta a posibles conflictos de interés, especialmente si se considera el historial de relaciones entre la administración Trump y líderes del Medio Oriente.
“Sería estúpido no aceptarlo”, respondió Trump a las críticas, según declaraciones recogidas por el Times. Fiel a su estilo, el expresidente minimizó la controversia, defendiendo la decisión como estratégica y beneficiosa para el país.
Desde Doha, el gobierno qatarí también negó cualquier intención de interferencia política y sostuvo que el regalo fue realizado de buena fe, como parte de los lazos de cooperación entre ambos países.
¿Qué sigue?
Mientras tanto, la Fuerza Aérea continúa evaluando las modificaciones necesarias para que el jet cumpla con los estándares presidenciales. Adaptarlo podría llevar años y millones de dólares adicionales, aunque no se han dado detalles específicos sobre el cronograma ni el presupuesto para ello.
Por ahora, el escándalo se encuentra en el Congreso, donde los demócratas buscan bloquear el uso del avión hasta que se aclaren los aspectos legales del trato. El tema promete seguir generando ruido político, especialmente en medio del clima electoral que vive Estados Unidos rumbo a 2026.
Lo que es claro es que, con Trump, incluso los aviones pueden convertirse en armas de batalla política.