
Un simple momento de distracción bastó para que uno de los cuadros más valiosos del museo Boijmans van Beuningen de Róterdam sufriera daños. El pasado lunes, un niño provocó arañazos en la parte inferior del lienzo de una pintura del célebre artista estadounidense Mark Rothko, valorada en unos 50 millones de euros. Así lo confirmó un portavoz del museo a medios locales y a la cadena BBC, destacando que los daños son “superficiales” pero visibles.
La obra afectada es Grey, Orange on Maroon, No. 8 (Gris, naranja sobre granate, Nº 8), una pieza emblemática del expresionismo abstracto, corriente de la que Rothko (1903–1970) fue uno de los máximos exponentes. Con su estilo basado en grandes campos de color y su objetivo de expresar emociones universales —como el éxtasis o la tragedia—, sus pinturas están lejos de ser simples manchas cromáticas. Cada trazo está cuidadosamente concebido y, por ello, cualquier daño, por pequeño que parezca, puede alterar la experiencia visual de la obra.
El incidente se produjo en un “momento de descuido”, según informó el museo a la emisora RTV Rijnmond. Los arañazos se localizaron en la parte inferior del lienzo, en una zona sin barnizar. Esa característica técnica complica su conservación, como explicó Sophie McAloone, responsable de conservación en la Fine Art Restoration Company. “Las pinturas modernas sin barnizar son especialmente susceptibles a sufrir daños”, señaló, apuntando que su fragilidad se debe a la ausencia de una capa protectora y a la intensidad cromática de los campos planos.
En este caso concreto, el rayado afecta las capas superiores de pintura, algo que podría tener un impacto visual significativo. La obra ha sido retirada de la exposición y se encuentra en evaluación para determinar el alcance real del daño y la mejor manera de abordarlo. Sin embargo, restaurar una pintura de Rothko no es una tarea sencilla. Sus mezclas de pigmentos, resinas y colas eran altamente particulares y poco estandarizadas, lo que dificulta la réplica exacta de sus materiales y técnicas. Esto convierte cualquier restauración en un proceso técnico y delicado, especialmente sin la presencia de barniz, que suele facilitar el trabajo de los conservadores.
Este no es el primer incidente de este tipo relacionado con una obra de Rothko. En 2012, la galería Tate Modern de Londres fue escenario de un acto de vandalismo en el que se dañó su obra Negro sobre granate (1958). Aquel ataque obligó a los conservadores a dedicar 18 meses a su restauración. El autor del daño fue condenado a dos años de prisión, aunque más tarde pidió disculpas públicamente.
Lo ocurrido en Róterdam reabre el debate sobre las medidas de seguridad en los museos y el papel de la educación y supervisión durante las visitas familiares. Aunque se trata de un accidente sin intencionalidad, los expertos coinciden en que el episodio recuerda lo vulnerable que puede ser el patrimonio artístico ante un simple gesto inadvertido. Mientras tanto, el Grey, Orange on Maroon, No. 8 espera una posible recuperación que, como su propia creación, requerirá tiempo, sensibilidad y precisión.