
El intestino es mucho más que un órgano digestivo: contiene cerca del 70 por ciento de las células de nuestro sistema inmunológico y alberga una compleja red neuronal que le ha valido el nombre de “segundo cerebro”. La investigación científica actual explora cómo la microbiota intestinal, formada por bacterias beneficiosas, influye no solo en la digestión, sino también en la salud inmunológica y hasta en enfermedades de carácter mental.
En este contexto, un estudio realizado por la Universidad de Colorado Anschutz, publicado en Nutrients y Frontiers in Nutrition, analizó el impacto del consumo de arándanos en bebés durante la etapa de ablactación, cuando se comienza la transición de la leche materna o fórmula a los primeros alimentos sólidos.
La investigación, desarrollada en el área metropolitana de Denver, consistió en un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo. Los bebés recibieron diariamente 10 gramos de polvo de arándano liofilizado, mezclado con líquidos o purés, desde los 6 hasta los 12 meses de edad. Los resultados sugieren que esta intervención puede favorecer la maduración de la microbiota intestinal y fortalecer la inmunidad en el inicio de la alimentación complementaria.
Los arándanos son ricos en antocianinas, compuestos bioactivos de acción antioxidante, y en fibra dietética, ambos reconocidos por su capacidad prebiótica. En estudios con animales se ha demostrado que su consumo promueve el crecimiento de bacterias beneficiosas y ayuda a restaurar la integridad intestinal. En adultos, también se ha observado un aumento en la presencia de Bifidobacterium spp., bacterias esenciales para el equilibrio intestinal.
Los expertos señalan que la manipulación temprana de la microbiota en los primeros años de vida podría influir en la salud a largo plazo, reduciendo riesgos de enfermedades como obesidad, diabetes tipo 1, asma o alergias. Por ello, la alimentación complementaria representa una etapa crítica, en la que introducir alimentos ricos en compuestos funcionales, como los arándanos, puede tener un efecto positivo en el desarrollo infantil.
La Organización Mundial de la Salud y la Academia Estadounidense de Pediatría recomiendan iniciar la ablactación alrededor de los seis meses, incorporando progresivamente nuevos alimentos de manera individual para identificar posibles alergias. En ese proceso, los arándanos se perfilan como una opción nutritiva y segura, capaz de contribuir al fortalecimiento del sistema inmune desde las primeras etapas de vida.