Ahorrar más de diez horas de trabajo a la semana sin sacrificar resultados parece una promesa de oficina imposible. Sin embargo, el ingeniero industrial y consultor organizacional Álvaro Hernández Jarque asegura que basta con dedicar media hora semanal para lograrlo. Su propuesta, difundida en un video que suma miles de visualizaciones, combina prácticas de planificación usadas por compañías como Intel, Apple, Google y Amazon, y promete más foco, menos estrés y una semana laboral más productiva.
El sistema se basa en cinco pasos que parten de una idea simple: planificar con cabeza fría antes de que empiece el caos de la semana. Hernández Jarque recomienda hacerlo los domingos por la tarde, aprovechando lo que llama un “puente mental temporal”, un concepto respaldado por estudios de la profesora Hengchen Dai de la Universidad de California, que indican que las personas son más propensas a iniciar hábitos positivos tras momentos de inicio simbólico, como el lunes o el comienzo de mes.
El método descansa en cuatro pilares: vaciar la mente, fijar límites claros, aprovechar los puntos de reinicio y realizar una revisión semanal. El primero toma como base el libro “Getting Things Done” de David Allen, que plantea que anotar todo lo pendiente libera la mente para pensar mejor. El segundo pilar se apoya en la Ley de Parkinson, que afirma que “el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible”, por lo que es crucial establecer márgenes definidos.
Para ilustrar su sistema, Hernández Jarque recurre a casos emblemáticos. En 1979, Intel se encontraba perdiendo terreno ante Motorola y Zilog. La compañía revirtió su destino al implementar el método OKR (Objetivos y Resultados Clave), que convirtió metas ambiciosas en acciones medibles. En menos de siete años, Intel dominó el mercado de los microprocesadores, estableciendo un modelo de trabajo que más tarde adoptarían gigantes como Google y LinkedIn.
Otro ejemplo citado es el de Steve Jobs al regresar a Apple en 1997. Ante una crisis financiera, convocó a cien empleados clave y redujo la lista de proyectos prioritarios de diez a tres. Esa práctica de enfoque absoluto se convirtió en una norma dentro de la empresa y marcó el inicio de la era del iMac. La enseñanza, señala Hernández Jarque, es simple: “una lista corta y clara salva más proyectos que cien horas extra”.
El tercer paso del sistema es aplicar bloques de trabajo profundo —una técnica popularizada por el investigador Cal Newport— para concentrarse sin interrupciones. Hernández Jarque sugiere asignar un tema a cada día (por ejemplo, lunes de ventas, martes de contenido) y reservar horas específicas para tareas de alto valor. Incluso propone dejar un día libre de reuniones, como hace Asana con su política de “Miércoles sin juntas”, para recuperar horas de trabajo efectivo.
El cuarto paso toma inspiración de Jeff Bezos y la cultura operativa de Amazon. El empresario exige revisiones diarias de métricas para evitar que las cifras se alejen de la realidad. Hernández Jarque adapta esa práctica al ámbito personal: revisar cada día el avance de los objetivos semanales con una escala sencilla —verde, ámbar o rojo—, identificar bloqueos y reprogramar sin demora.
Finalmente, el quinto paso se centra en el cierre y evaluación semanal, similar al “race debrief” que realiza el equipo Mercedes AMG tras cada Gran Premio de Fórmula 1. En esta revisión, se analizan los resultados, se detectan errores y se ajustan los próximos pasos. Para el ingeniero, celebrar los logros es tan importante como analizar los fallos: refuerza el hábito y da energía para la siguiente semana.
En síntesis, el método de Hernández Jarque adapta técnicas de gestión empresarial de alto rendimiento a la rutina de cualquier trabajador o emprendedor. Su promesa no está en trabajar más, sino en trabajar con propósito, planificar con método y proteger el recurso más escaso: el tiempo. Como diría el propio autor, “no necesitas talento, solo estructura y constancia”.

