
Durante la madrugada del lunes 21 de julio de 2025, el cielo del occidente mexicano fue escenario de un fenómeno óptico tan breve como espectacular: sprites rojos, también conocidos como duendes rojos o espectros rojos, fueron captados por cámaras de monitoreo volcánico cerca del imponente Volcán de Fuego en Colima. El evento ocurrió exactamente a las 03:44 horas, tiempo local, y aunque pareció surgir justo sobre el volcán, en realidad tuvo lugar a decenas de kilómetros al norte. La ilusión óptica fue producto del ángulo y la perspectiva con que se captaron las imágenes.
Este tipo de fenómenos son extremadamente difíciles de observar a simple vista, ya que su duración es de apenas unos milisegundos. Se manifiestan como destellos de luz rojiza o anaranjada que emergen hacia arriba desde la parte superior de tormentas eléctricas intensas. Los sprites pertenecen a una categoría de fenómenos llamados fenómenos luminosos transitorios (FLT), que ocurren en las capas altas de la atmósfera, especialmente en la mesósfera, entre 50 y 90 kilómetros de altitud, aunque pueden alcanzar hasta 100 km.
Contrario a lo que podría pensarse, los sprites no son rayos convencionales, aunque están directamente relacionados con descargas eléctricas de gran intensidad, particularmente de tipo positivo, entre nube y tierra. Estas descargas alteran el campo eléctrico en la atmósfera superior y provocan una reacción con el nitrógeno del aire, lo que da origen al resplandor rojizo que los caracteriza.
Los sprites forman parte de una familia de fenómenos eléctricos de gran altitud que incluye otros eventos fascinantes como los elfos (anillos brillantes que se expanden en la ionosfera), los jets azules (chorros de luz azul que emergen de la cima de las nubes hasta unos 50 km de altura) y los jets gigantes, que combinan las características de los anteriores y pueden conectar tormentas con la ionosfera a más de 70 km de altitud.
El avistamiento reciente en Colima ha despertado interés entre científicos y entusiastas del clima, ya que estos fenómenos ofrecen información valiosa sobre las complejas interacciones eléctricas entre la atmósfera y la superficie terrestre. Aunque fugaces y esquivos, los duendes rojos nos recuerdan que, incluso en la oscuridad de la madrugada, el cielo puede ofrecer espectáculos de luz inesperados y reveladores.