
En un movimiento que mezcla la diplomacia estatal con el lenguaje callejero, la Oficina de Prensa del gobernador de California, Gavin Newsom, respondió este martes al Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD) federal con un contundente «Vete a la chingada» en español, luego de que la agencia eliminara los contenidos en español y otros idiomas de su sitio web oficial. El episodio, documentado en redes sociales, revela la creciente tensión entre las políticas federales de comunicación y los estados con significativas poblaciones no angloparlantes.
La chispa que encendió este intercambio inusual fue un tuit del secretario del HUD, Scott Turner, quien orgullosamente compartió una captura de pantalla del sitio web ahora disponible exclusivamente en inglés, con la leyenda «HUD solo disponible en inglés». La imagen, que mostraba la eliminación no solo del español sino de otros idiomas previamente disponibles, fue interpretada por críticos como un retroceso en la accesibilidad lingüística para comunidades históricamente marginadas.
Minutos después, la cuenta oficial de prensa de Newsom citó el tuit de Turner añadiendo solo cuatro palabras en español mexicano: «Vete a la chingada». La expresión, intraducible literalmente al inglés pero equivalente a un rechazo visceral y grosero, resonó inmediatamente en las redes por su audacia y por romper el protocolo habitual de la comunicación gubernamental. La respuesta no fue improvisada: California alberga a 15.6 millones de hispanohablantes, según el Pew Research Center, y la defensa del español es tanto una postura política como una necesidad práctica.
Analistas políticos ven en este incidente más que un arrebato: es una estrategia calculada de Newsom para posicionarse como contrapeso cultural y lingüístico a las políticas federales. Desde que asumió el cargo, Newsom ha convertido a California en un «estado santuario» de facto no solo en políticas migratorias, sino también culturales, invirtiendo en programas de educación bilingüe y servicios públicos en múltiples idiomas.
El contexto nacional no puede ignorarse. Mientras la administración federal prioriza el inglés en portales gubernamentales, estados como California, Nuevo México y Arizona han ampliado sus servicios lingüísticos. Según datos del Census Bureau, el 13.5% de la población nacional habla español en casa, y para muchos de ellos, el acceso a información sobre vivienda es crucial para evitar fraudes o desalojos injustos.
Expertos en comunicación política como la Dra. Elena Martínez, de la Universidad de Stanford, señalan que el insulto, aunque chocante, es efectivo simbólicamente: «Newsom habla directamente a su base en California, pero también manda un mensaje nacional: que no solo rechaza la política, sino que lo hace en los términos culturales de la comunidad afectada». La frase, grosera pero auténticamente coloquial, humaniza su discurso frente a un electorado cansado de lenguaje políticamente correcto.
Tras la viralización del tuit, portavoces de Newsom defendieron la publicación argumentando que refleja «la frustración legítima de millones de californianos que ven cómo se les cierran puertas». HUD, por su parte, no ha respondido directamente al insulto, pero reiteró que su política busca «uniformidad y eficiencia» en las comunicaciones.
Este episodio, surrealista pero revelador, muestra cómo las batallas políticas se libran cada vez más en el terreno del simbolismo lingüístico. Lejos de ser una mera provocación, el «Vete a la chingada» de Newsom encapsula un conflicto más profundo sobre qué idiomas merecen espacio en la esfera pública estadounidense, y quién decide cómo se comunica el gobierno con sus ciudadanos. En este caso, la respuesta fue en español, con acento callejero y toda la intención política de quedarse.