
Venezuela a 27 de agosto, 2025.- El gobierno de Nicolás Maduro elevó el tono de sus denuncias contra Estados Unidos luego de que la administración de Donald Trump desplegara buques de guerra y miles de marines en el Caribe, en lo que Caracas considera un intento de intimidación política y militar.
El canciller Yván Gil informó que Venezuela solicitó formalmente la mediación del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, para frenar lo que calificó como una «escalada peligrosa».
“Compartimos nuestras preocupaciones ante el despliegue de unidades militares e incluso armas nucleares de EE.UU. en el Caribe, atentando contra la paz”, escribió Gil en sus redes sociales.
Movilización militar y operaciones antidrogas
El Ministerio de Defensa venezolano anunció un despliegue de drones, buques de la Armada y patrullas fluviales en el noroeste del país. Además, confirmó que 15,000 efectivos fueron movilizados a la frontera con Colombia bajo la justificación de reforzar operaciones antidrogas.
El ministro de Defensa, Vladimir Padrino, aseguró en un video que la estrategia busca “proteger la soberanía nacional” y mantener la seguridad en aguas territoriales como el Lago de Maracaibo y el Golfo de Venezuela.
Por su parte, Maduro también activó el registro de la Milicia Bolivariana, una fuerza compuesta por civiles, y afirmó que el país cuenta con 4.5 millones de reservistas listos para actuar. Sin embargo, analistas internacionales han puesto en duda esta cifra y advierten que el movimiento responde más a un intento de mostrar fuerza que a una capacidad real de defensa.
La presión de Trump
El gobierno de Donald Trump justificó la movilización militar como parte de un plan contra el narcotráfico internacional. Aunque nunca mencionó explícitamente una invasión a Venezuela, la acción coincide con el aumento de la recompensa a 50 millones de dólares por la captura de Maduro, acusado de liderar el supuesto Cartel de los Soles, catalogado por Washington como organización terrorista.
A esta tensión se suma la incertidumbre por la llegada de una flota de destructores lanzamisiles y 4,000 marines al Caribe sur, lo que ha generado preocupación en la región y en la comunidad internacional.
Entre sanciones, petróleo y deportaciones
La relación entre Venezuela y Estados Unidos sigue marcada por contradicciones. Mientras Trump impulsa una política de presión con sanciones económicas y un embargo petrolero, también ha autorizado excepciones para compañías como Chevron, que mantiene operaciones con licencia especial.
Además, el flujo de vuelos con migrantes venezolanos deportados desde EE.UU. no se ha detenido, lo que refleja que, pese a las amenazas, existe una relación de cooperación mínima en temas migratorios y energéticos.
Reacciones internacionales
Expertos como Phil Gunson, del Crisis Group, consideran que el despliegue militar estadounidense busca más presionar psicológicamente al chavismo que iniciar una operación directa.
“Lo que estamos viendo representa un intento por crear ansiedad en las élites del gobierno y forzar a Maduro a negociar”, explicó el analista a la AFP.
Mientras tanto, Caracas insiste en que se trata de una provocación bélica y exige a Naciones Unidas un pronunciamiento firme contra lo que califica como un “acto de agresión” de Estados Unidos.