Adoptar un perro no es una decisión que deba tomarse a la ligera. Aunque muchas veces la elección se hace influida por el aspecto físico o por tendencias en redes sociales, lo cierto es que no todas las razas resultan adecuadas para quienes nunca han tenido un compañero canino. Los expertos insisten en que lo fundamental no es la raza en sí, sino las necesidades que cada una implica y la capacidad del dueño para satisfacerlas.
Entre los perros menos recomendables para principiantes se encuentra el Pastor Belga Malinois. Conocido por su energía inagotable, este animal exige una actividad física y mental constante que difícilmente puede proporcionarse en un entorno doméstico corriente. Sin esa estimulación, se vuelve ingobernable. Algo similar ocurre con el Border Collie, considerado el perro más inteligente del mundo, pero también uno de los más demandantes: necesita retos mentales permanentes y ejercicio sin límite, lo que lo convierte en un desafío incluso para dueños experimentados.
El Beagle, pese a su apariencia adorable, puede resultar un dolor de cabeza. Astuto, travieso y con gran olfato, tiende a meterse en problemas y a robar comida u objetos, lo que requiere paciencia infinita. En la misma línea, el Jack Russell, pequeño pero muy nervioso y destructor, es un perro difícil de manejar para alguien sin experiencia. El Husky Siberiano, por su parte, combina fuerza con un carácter independiente que puede traducirse en destrozos en casa si no se le da la actividad que demanda. Y el Akita Inu, raza fuerte y reservada, está catalogado en España como potencialmente peligrosa, lo que implica obligaciones legales como el uso de bozal en espacios públicos.
En contraste, hay razas mucho más adecuadas para quienes buscan su primer perro. El Labrador Retriever es la favorita de muchos hogares por su temperamento equilibrado, obediencia y carácter cariñoso. Suelen adaptarse bien a la vida familiar, llevándose sin problema con niños y con otros animales. También destacan los Cavalier King Charles, pequeños, simpáticos y afectuosos, fáciles de manejar y con un carácter sociable que encaja en casi cualquier entorno. Los Galgos, por último, son perros tranquilos y sensibles que, pese a su fama de corredores, no necesitan largas jornadas de ejercicio: con unos minutos diarios de actividad tienen suficiente, lo que los hace ideales incluso para la vida en un piso.
La clave, según los especialistas, no está en dividir a los perros entre “buenos” y “malos”, sino en entender que cada raza tiene necesidades distintas. Antes de adoptar, conviene reflexionar sobre el tiempo disponible, el espacio en casa y el estilo de vida personal. Así, será posible encontrar un compañero canino que se adapte a la rutina diaria y ofrezca una relación armónica y duradera.