
En un país donde la convivencia en condominios suele ser sinónimo de pleitos por cajones de estacionamiento, cuotas atrasadas y reuniones eternas sin acuerdos, un grupo de vecinos en Tláhuac decidió romper el molde y demostrar que la organización sí puede rendir frutos. Con el 12º aniversario de la Asociación de Movimiento de Vecinos y Renovación Condóminal, la comunidad celebró no solo la resistencia de su estructura, sino la persistencia de un modelo de cooperación que ha dado resultados palpables.
El encuentro estuvo marcado por la presencia de Juan Manuel Cruz y Alejandro Bernal, presidentes de las asociaciones que, lejos de protagonismos personales, decidieron unir fuerzas en beneficio de los habitantes. En un entorno donde los liderazgos vecinales suelen fragmentarse, la alianza representa un ejercicio de madurez política y social poco común en la vida comunitaria de la capital.
El acto conmemorativo no fue solo un corte de pastel, sino la reafirmación de un compromiso colectivo. La cooperación mutua, esa palabra que tanto repiten los discursos oficiales y tan poco se ve en la práctica, aquí se convirtió en el eje de trabajo: desde el mantenimiento de áreas comunes hasta la implementación de programas de apoyo para familias en situación vulnerable.
Los asistentes coincidieron en que la organización ha permitido enfrentar de manera más ordenada problemas cotidianos como el suministro de agua, la seguridad en los accesos y la gestión de servicios. Y es que, si algo ha quedado claro en estos 12 años, es que la suma de voluntades vecinales tiene más impacto que esperar eternamente a que las autoridades resuelvan todo.
A diferencia de otros movimientos donde la política partidista termina por ahogar la causa original, en Tláhuac se ha intentado mantener una ruta independiente, enfocada en la vida diaria de los residentes. Ese es, quizá, uno de los logros más notables: colocar el bienestar común por encima de intereses personales o electorales.
El ambiente festivo también estuvo cargado de simbolismo. No fue solo la celebración de un aniversario, sino un recordatorio de que la convivencia urbana puede transformarse con organización, paciencia y, sí, un poco de humor frente a la burocracia que suele complicar lo sencillo. La ironía de muchos vecinos quedó plasmada en frases coloquiales: “si esperamos al gobierno, nos agarra el próximo siglo”, comentó una residente entre risas.
En medio de la precariedad que viven muchas colonias de la Ciudad de México, la experiencia de estas asociaciones marca una diferencia: demostrar que la ciudadanía organizada no solo es posible, sino necesaria. Al fin y al cabo, como se escuchó varias veces durante el festejo, “nadie va a cuidar tu hogar mejor que tú mismo”.
El aniversario número 12 dejó claro que lo comunitario no tiene que ser sinónimo de conflicto, sino que puede convertirse en un espacio de construcción colectiva. En Tláhuac, la organización vecinal dejó de ser un mito para convertirse en un hecho: imperfecto, sí, pero real, tangible y, sobre todo, esperanzador.