El 23 de julio de 2025, Emmanuel y Brigitte Macron presentaron una demanda por difamación en el Tribunal Superior de Delaware contra la comentarista estadounidense Candace Owens, a quien acusan de difundir deliberadamente afirmaciones falsas sobre la identidad de la primera dama.
La acción judicial surge a raíz de la difusión, en redes y medios alternativos, de teorías conspirativas que desde 2021 sostienen que Brigitte Macron habría nacido como hombre bajo el nombre de Jean-Michel Trogneux, su hermano mayor. Dichas afirmaciones, originadas en Francia, fueron reactivadas en 2025 cuando Owens dedicó un episodio de su pódcast a la teoría, vinculándola con supuestas élites financieras internacionales.
El documento presentado por los Macron sostiene que las declaraciones de Owens causaron un daño emocional y reputacional, y acusa a la comentarista de ignorar advertencias previas sobre la falsedad de sus afirmaciones. La defensa de la pareja argumenta que la divulgación de estas teorías alimenta la desinformación y perpetúa ataques de carácter misógino y transfóbico en redes sociales.
El caso tiene antecedentes en Francia. En 2024, un tribunal parisino condenó a la médium Amandine Roy y a la periodista Natacha Rey por difamación, tras comprobar que las teorías difundidas en línea carecían de sustento y se basaban en manipulaciones de imágenes y especulaciones sobre la familia Trogneux. En 2025, un tribunal francés ratificó la inexistencia de pruebas que respaldaran los rumores, aunque el impacto en redes persistió.
Ante la expansión de las acusaciones en Estados Unidos, los Macron decidieron presentar la demanda en territorio norteamericano. En septiembre de 2025, su equipo legal anunció la entrega de pruebas documentales y científicas que incluyen certificados de nacimiento, fotografías de infancia, registros médicos y testimonios familiares que confirman que Brigitte Trogneux nació en 1953, contrajo matrimonio en 1974 y tuvo tres hijos.
Candace Owens, con millones de seguidores, ha defendido sus declaraciones bajo el argumento de ejercer libertad de expresión y periodismo de investigación. Sin embargo, expertos en desinformación advierten que este tipo de contenidos, conocidos como “transvestigaciones”, conforman un patrón global de ataques digitales que buscan deslegitimar a mujeres en posiciones de poder mediante teorías infundadas sobre su identidad.
El fenómeno se ha observado también en campañas de desinformación dirigidas a figuras como Michelle Obama o Jacinda Ardern, utilizando métodos pseudocientíficos como el análisis de rasgos físicos o fotografías manipuladas. Estas prácticas contribuyen a reforzar estigmas y discursos de odio, especialmente hacia la comunidad LGBTQ+.
El caso Macron-Owens plantea un desafío legal y comunicativo de gran alcance. Por un lado, la primera dama debe probar la existencia de “malicia real” para prosperar en una demanda de difamación en Estados Unidos. Por otro, el proceso pone a prueba los límites de la libertad de expresión frente al daño causado por la desinformación transnacional.
Hasta la fecha, no se han reportado audiencias sustantivas en el tribunal de Delaware, pero la demanda ya ha reavivado el debate sobre la responsabilidad de los influencers en la propagación de teorías conspirativas. Brigitte Macron ha calificado el acoso como “violento y degradante” y reafirmó su decisión de acudir a los tribunales para frenar la difusión de mentiras.
El litigio simboliza los desafíos contemporáneos de la era digital: la velocidad con la que los rumores cruzan fronteras, la dificultad de verificarlos en tiempo real y la necesidad de proteger la integridad de las personas frente a narrativas falsas amplificadas por las redes sociales.