
El próximo 21 de septiembre de 2025 la Luna cubrirá parcialmente al Sol, generando un eclipse solar que podrá observarse en el hemisferio sur. La trayectoria de visibilidad abarcará Nueva Zelanda, el este de Australia, varias islas del Pacífico Sur y sectores de la Antártida. En contraste, México y el resto de América no tendrán oportunidad de apreciar el fenómeno, ya que la sombra proyectada por la Luna quedará completamente fuera del continente.
En ciudades como Sídney, el eclipse comenzará a las 8:18 de la mañana, alcanzará su punto máximo hacia las 9:40 y concluirá alrededor de las 11:00 horas locales. En Auckland, Nueva Zelanda, los horarios serán muy similares, con una porción del disco solar cubierta por la Luna. Para quienes deseen disfrutar de este evento astronómico, será necesario viajar al hemisferio sur, pues desde Baja California hasta Yucatán el cielo permanecerá inalterable.
La explicación de por qué tantos eclipses se concentran en latitudes extremas está en la inclinación de la órbita lunar, que rara vez permite que la sombra caiga sobre la franja ecuatorial. Este juego geométrico reparte de manera desigual los espectáculos celestes: en 2025, por ejemplo, ya se había producido un eclipse visible casi exclusivamente en el Ártico, y ahora el turno es para el polo sur.
Aunque el evento no será visible desde México, vale la pena recordar las recomendaciones de seguridad para quienes sí lo presencien. Observar el Sol sin la protección adecuada puede dañar de forma irreversible la retina. Lo más seguro es emplear gafas certificadas ISO 12312-2 o instrumentos que proyecten la imagen en una superficie. Filtros caseros, vidrios ahumados o películas fotográficas no protegen lo suficiente y pueden ser peligrosos.
La ausencia de visibilidad en el país no significa que los amantes de la astronomía deban resignarse. En agosto de 2026, Europa y África serán escenario de un eclipse total, y en 2027 llegará uno de los eventos más esperados de la década, cuya franja de totalidad cruzará el norte de África. Estos fenómenos recuerdan que, aunque los eclipses no siempre nos favorezcan, cada uno es una invitación a contemplar el cielo y a reconocer que compartimos un mismo universo, aunque el espectáculo se presente lejos de casa.