
A sus 39 años, Guillermo Ochoa libra una de las batallas más difíciles de su extensa y laureada trayectoria: la búsqueda de un equipo que le permita mantenerse activo y, sobre todo, en el radar de la selección mexicana de cara al sueño de disputar su sexta Copa del Mundo en 2026. Sin embargo, el camino se está tornando cuesta arriba, lleno de rechazos y silencios que ensombrecen la posibilidad de que el emblemático guardameta extienda una carrera que ya es parte fundamental de la historia del fútbol mexicano.
La última puerta que se le cerró de manera pública fue la del Mazatlán FC de la Liga MX. Durante semanas, los rumores situaron a Ochoa como un refuerzo ideal para la portería del equipo morado, una opción con experiencia y liderazgo para un club que busca estabilidad. No obstante, esas especulaciones fueron disipadas de forma contundente por el propio entrenador del equipo, Robert Dante Siboldi. “Es una gran figura del fútbol mexicano, pero nosotros estamos tranquilos con los tres porteros que tenemos, incluso con el cuarto, que tiene un gran futuro. No hay nada cierto, es un rumor”, declaró el estratega, dejando en evidencia la fría realidad del mercado para el veterano cancerbero.
Este rechazo no es un hecho aislado, sino el síntoma de una situación que se ha venido agravando con el paso de los meses. Tras su salida “por la puerta de atrás” del AVS de la Primeira Liga de Portugal, Ochoa se ha mantenido entrenando por su cuenta, en una misión personal por no perder la forma física. Su último partido oficial data del 17 de mayo de 2025, una amarga derrota por 0-3 ante el Moreirense que condenó a su equipo a disputar —y eventualmente perder— un partido de promoción para evitar el descenso. Aquella noche en Portugal parece haber marcado un punto de inflexión negativo en su proyección.
El tiempo, inexorable, juega en su contra. Para un portero, la experiencia es un valor incalculable, pero en un mercado cada vez más orientado hacia la juventud y la proyección económica, un jugador de su edad y, presumiblemente, con altas aspiraciones salariales, se convierte en una opción menos attractive para muchos directores deportivos. Su objetivo no es solo encontrar un equipo, sino encontrar uno que le ofrezca la competitividad y los minutos necesarios para demostrarle al seleccionador Javier Aguirre que sigue teniendo el nivel para defender la portería de El Tri en el Mundial de casa.
La hazaña de alcanzar una sexta participación mundialista —algo que solo un puñado de jugadores en la historia del fútbol ha logrado— pende de un hilo. No es solo una cuestión de legado, sino de una pasión competitiva que lo ha definido a lo largo de más de dos décadas. Mientras entrena a la espera de una oportunidad, el reloj sigue avanzando. Su carrera, forjada a base de paradas memorables en los escenarios más grandes, enfrenta ahora su desafío más personal: encontrar un club que le crea aún capaz de hacerlas.