El final del verano suele dejar huella en las plantas: hojas secas, tallos apagados y manchas de colores extraños se convierten en un panorama común en septiembre. Sin embargo, según el experto en jardinería Ignacio Guío, muchas de estas señales no son un punto final, sino un aviso que, si se interpreta a tiempo, permite salvar a la mayoría de las plantas.
El secreto está en fijarse en el color de las hojas, ya que representan el lenguaje más directo con el que la planta expresa su estado. Lo que a simple vista parece un problema estético encierra causas muy distintas: falta de agua, exceso de riego, presencia de plagas o incluso enfermedades internas. Detectar la raíz del problema a tiempo es esencial para saber si es posible recuperar la planta.
Cuando las hojas se tornan marrones, suele ser señal de sequedad: esas partes ya no se recuperarán y conviene retirarlas, reanudando el riego con normalidad. Si se vuelven negras, la situación es más grave, pues indica pudrición interna y existe riesgo de perder la planta por completo. En cambio, el color amarillo es menos alarmante: generalmente responde a un exceso de riego y basta con espaciar los cuidados hídricos para que la planta recupere su ritmo natural.
Otra señal frecuente es la aparición de pequeños puntos marrones en las hojas, consecuencia habitual de la cochinilla, una plaga favorecida por la falta de ventilación. La recomendación es sencilla: retirar el insecto con el dedo o con una servilleta, eliminando la capa que lo protege. Asimismo, las plantas de interior acumulan polvo en sus hojas, lo que dificulta la fotosíntesis, por lo que limpiarlas regularmente resulta clave para su salud.
En el caso de árboles o arbustos, existe un truco definitivo para saber si aún tienen vida: raspar suavemente la corteza con unas tijeras de cocina. Si aparece un tono verde bajo la superficie, significa que la savia sigue circulando y la planta puede recuperarse. Si, por el contrario, el color es marrón, esa zona está muerta y será necesario cortar hasta encontrar un tramo sano.
Aunque no todas las plantas logran superar el abandono estival, la mayoría puede renacer con cuidados básicos: eliminar lo que está seco, ajustar los riegos, asegurar una buena ventilación y mantener sus hojas limpias. Como resume Ignacio Guío, lo más importante es aprender a escuchar sus señales, porque en ellas está la clave para devolverles la vida.