
La Ruta 66 no es cualquier carretera, es una leyenda sobre ruedas. Conocida como la “Madre de los Caminos”, fue inaugurada en 1926 y se extendía desde Chicago hasta Santa Mónica, cubriendo casi 4 000 kilómetros que hoy siguen siendo sinónimo de libertad, aventura y paisajes inolvidables.
Aunque oficialmente fue retirada del sistema federal en 1985, muchos de sus tramos han sido restaurados como la famosa Historic Route 66, convirtiéndose en una de las experiencias de viaje más buscadas en el mundo.
Un road trip por la Ruta 66 es mucho más que manejar: es atravesar ocho estados con identidad propia. En Illinois y Misuri te reciben moteles de neón y el icónico Gateway Arch; en Kansas y Oklahoma, clásicos como el Blue Whale of Catoosa; en Texas y Nuevo México, arte al aire libre como el Cadillac Ranch; en Arizona, el Petrified Forest y pueblos con alma como Seligman; y en California, la extravagancia de Elmer’s Bottle Tree antes de llegar al mítico muelle de Santa Mónica.
Viajar por la Ruta 66 es como entrar a un museo al aire libre: autos antiguos, diners con jukebox, estaciones de servicio de los años 50 y locales que aún cuentan historias de viajeros que pasaron por ahí. Cada parada tiene un encanto que mezcla nostalgia, autenticidad y cultura pop.
Si quieres recorrerla, lo ideal es dedicarle entre 14 y 21 días. La primavera (abril–mayo) y el otoño (septiembre–octubre) son perfectos para evitar temperaturas extremas. Llevar mapas físicos, un auto en buenas condiciones y algo de efectivo es indispensable, ya que en muchos puntos la señal es limitada.
El presupuesto estimado ronda entre 4 500 y 6 000 dólares, considerando gasolina, hospedaje y comida. Puede sonar elevado, pero lo cierto es que este viaje es una inversión en recuerdos que se quedan para siempre.
Más que un recorrido, la Ruta 66 es una experiencia cultural: una carta de amor a los viajes sin prisa, a los paisajes infinitos y a los encuentros con desconocidos que, por unos minutos, se sienten parte de tu historia. Porque en esta carretera, más que llegar a un destino, lo que importa es el viaje en sí.