
Un simple batido puede convertirse en una “bomba al cerebro”. Así lo demuestra una investigación realizada por científicos de Francia, Japón, Canadá y el Reino Unido, quienes analizaron cómo reacciona el organismo tras consumir una comida muy rica en grasas y calorías. Los resultados muestran que, en apenas cuatro horas, los vasos sanguíneos del corazón y del cerebro ven reducida su capacidad para manejar cambios en la presión arterial, lo que pone en evidencia los efectos inmediatos de este tipo de alimentos en la salud.
El estudio, publicado por un equipo multidisciplinario, partió de una premisa clara: el cerebro es un órgano con un alto consumo energético y depende de un flujo constante de glucosa y oxígeno. Cuando la sangre no circula de manera adecuada, no solo se resiente el rendimiento cognitivo, también se incrementa el riesgo de deterioro y enfermedades a largo plazo.
Para comprobarlo, 41 hombres —20 de entre 18 y 35 años y 21 de entre 60 y 80— bebieron un batido de 130 gramos de grasa y 1,362 calorías. Con ayuda de ultrasonidos, los investigadores midieron la salud vascular antes y después de la ingesta. El hallazgo fue contundente: el batido dificultó la capacidad del cerebro para regular el flujo sanguíneo y redujo la dilatación de los vasos sanguíneos. Los hombres mayores fueron los más afectados, con una disminución un 10 % superior a la de los jóvenes, lo que refleja que la edad aumenta la vulnerabilidad ante este tipo de comidas.
Aunque el estudio no evaluó directamente los efectos cognitivos, investigaciones previas han vinculado la ingesta de grasas saturadas con menor disponibilidad de óxido nítrico, mayor formación de radicales libres y un peor control del flujo sanguíneo cerebral. Esto podría explicar por qué dietas ricas en comida rápida o ultraprocesada están asociadas con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y enfermedades cardiovasculares.
Los especialistas insisten en que no todas las grasas son iguales. Mientras que las saturadas, presentes en carnes rojas, quesos y aceites como el de coco, incrementan el colesterol LDL (“malo”), las insaturadas —como las que se encuentran en pescados grasos, aguacate, frutos secos y aceite de oliva— ayudan a proteger el corazón y mejorar la circulación.
El trabajo abre la puerta a futuras investigaciones, especialmente en mujeres, que presentan un riesgo mayor de desarrollar demencia o sufrir accidentes cerebrovasculares en etapas avanzadas de la vida. Por ahora, la conclusión es clara: incluso una sola comida alta en grasas puede tener efectos inmediatos en la salud cerebral y cardiovascular, lo que subraya la importancia de una dieta equilibrada en la vida cotidiana.