
Ures no solo es uno de los pueblos más antiguos de Sonora, es también uno de los más entrañables. Situado en el valle que bordea el río Sonora, este Pueblo Mágico guarda siglos de historia entre montañas, misiones, calles empedradas y una plaza que aún palpita con orgullo. Su nombre ya aparecía en relatos del siglo XVI, cuando Álvar Núñez Cabeza de Vaca narró que los indígenas locales ofrecieron cien corazones de venado a los españoles, en un gesto que bautizó a la zona como el “Pueblo de los Corazones”.
La fundación formal de Ures ocurrió en 1644, cuando el misionero jesuita Francisco París estableció una misión. Más adelante, en 1665, el lugar adoptó el nombre de San Miguel de Ures bajo la tutela espiritual del jesuita Bartolomé Castaño. Con el tiempo, esa misión creció hasta convertirse en una comunidad con voz propia y un papel clave en la historia del estado. En 1838 obtuvo el título de ciudad, y durante varias décadas fue sede del gobierno estatal. Su importancia política, educativa y cultural en el siglo XIX le ganó el apodo de “La Atenas de Sonora”.
Uno de los momentos más significativos de su historia fue la Batalla de Guadalupe, el 5 de septiembre de 1866, durante la resistencia liberal contra el Imperio francés. Esa victoria le valió en 1998 el título de Ciudad Heroica. No todo fue fácil para Ures: las incursiones apaches también marcaron su destino, pero nunca destruyeron su espíritu.
Hoy, ese legado vive en sus museos, calles, plazas y en las historias que aún cuentan sus habitantes. Entre los sitios más visitados está el trenecito de Ricky, un recorrido turístico con parada en sitios emblemáticos como la iglesia de San Miguel Arcángel, el teatro Jesús Ochoa, el Museo Regional y la antigua Casa Porfiriana. El paseo, de unos 30 minutos, se enriquece con relatos históricos que hacen del viaje una experiencia memorable.
En el Museo Regional y Casa de la Cultura, ubicado en un edificio de 1850, los visitantes encuentran exposiciones sobre la evolución de Ures como capital de Sonora, con objetos antiguos, documentos, fotografías y talleres que mantienen vivo el espíritu artístico del pueblo.
Para quienes buscan naturaleza, el Paseo El Gavilán, a 20 kilómetros de Ures, ofrece un parque ecoturístico con senderos entre montañas y fauna local, ideal para caminar, montar a caballo o simplemente disfrutar de un picnic a orillas del río Sonora. Durante la temporada de lluvias, el paisaje adquiere una belleza especial.
La Plaza Zaragoza, punto de partida del trenecito turístico, es el corazón de Ures. Con un kiosco rodeado de árboles y bancas, la plaza se encuentra frente a la iglesia blanca de San Miguel Arcángel y el palacio municipal. Aquí también están las letras coloridas del nombre del pueblo, perfectas para una postal que capture la esencia del lugar.
Ures está a solo una hora de Hermosillo por la carretera estatal 20, en un recorrido que atraviesa paisajes de la Sierra Madre Occidental. Su fácil acceso lo convierte en una escapada ideal para descubrir el rostro más tradicional y sereno de Sonora.
Caminar por Ures es caminar por la historia del norte de México. Es escuchar el eco de las misiones jesuitas, las voces de los literatos del siglo XIX, el orgullo de sus batallas ganadas y la calma de un río que ha visto pasar generaciones. Ures no solo es un Pueblo Mágico: es una lección viva de resistencia, memoria y belleza.