
En las calles de Monterrey, un singular perro robot llamado Waldog está atrayendo miradas y sonrisas. Con el tamaño de un beagle, la capacidad de caminar, correr, jugar y entablar conversaciones, este robot impulsado por inteligencia artificial tiene una misión clara: fomentar la bondad y el respeto hacia los animales, así como sensibilizar sobre el maltrato que sufren muchos de ellos.
“Hola, soy Waldog, y estoy aquí para darle voz a quienes no la tienen, los animalitos que viven en la calle”, saluda con voz metálica y tono amable a transeúntes y niños, generando curiosidad y simpatía en los barrios que recorre. El proyecto es impulsado por el senador federal Waldo Fernández, activista por los derechos animales, quien adquirió el robot con una inversión personal de 4,084 dólares y lo bautizó con su propio nombre.
Aunque su principal función es educativa, Waldog también tendrá un papel práctico: detectará basura en la vía pública, señalará baches y registrará la presencia de perros callejeros. Estas tareas se suman a su agenda social, que incluye visitas a escuelas, plazas y colonias del área metropolitana de Monterrey, donde no solo comparte mensajes de respeto animal, sino que también se ha convertido en protagonista de decenas de selfis.
El uso de perros robot no es nuevo; en otros países han servido en misiones de búsqueda y rescate tras desastres naturales e, incluso, en labores de patrullaje fronterizo. Sin embargo, en el caso de Waldog, la prioridad es reforzar valores de empatía, cuidado y responsabilidad hacia todos los seres vivos, llevando este mensaje de manera innovadora y cercana a la comunidad.