
La nueva presidenta de la Cámara de Diputados, Kenia López Rabadán, arrancó su gestión con una promesa fuerte: que en este año la Cámara no sea vista como un espacio opaco, sino como una casa de cristal donde la gente pueda asomarse y ver cómo se toman las decisiones.
La panista fue clara: la transparencia no es un lujo, sino la mejor arma contra la corrupción. En sus palabras, cuando se abren las cuentas y los acuerdos, se pone freno a los abusos y a quienes quieran servirse con la cuchara grande. Porque, recordó, los ciudadanos ya cumplen de sobra: de cada tres pesos que ganan, uno se va directo al fisco, y lo mínimo es que ese dinero regrese convertido en medicinas, escuelas y hospitales.
En un diálogo con la prensa que cubre la vida legislativa, López Rabadán dijo que quiere una Cámara que dé resultados y no espectáculos vergonzosos. Subrayó que será absolutamente institucional, pues su elección contó con los votos no solo del PAN, sino también de Morena, el Verde y el PT. “Represento a 499 compañeros más, y mi tarea es garantizar que la pluralidad sume, no que divida”, recalcó.
Uno de los pendientes inmediatos es desatorar 130 dictámenes listos para ir al Pleno. La presidenta reconoció que la agenda legislativa suele atascarse, pero adelantó que se buscarán más días de sesión para cumplir con lo que la gente espera de los diputados: hacer leyes que sirvan.
También puso sobre la mesa un punto clave: el Presupuesto de Egresos. Para López Rabadán, ahí está la verdadera política pública, porque sin dinero no hay programas ni derechos garantizados. Anticipó que defenderá que se etiqueten recursos suficientes para medicinas, hospitales y programas de mujeres, como los refugios y la atención a enfermedades que ponen en riesgo su vida.
En pocas palabras, Kenia López quiere cambiar la narrativa del Congreso: pasar de ser un lugar de pleitos a convertirse en un espacio que dé certezas y resultados. Si lo logra, la Cámara podría recuperar algo que hoy parece escaso: la confianza de la ciudadanía.