
El Paquete Económico 2026 ha colocado a la Secretaría de Economía en el ojo del huracán geopolítico, donde los intereses nacionales chocan con las realidades de la cadena global de suministro. Fuentes de diplomáticas confirman que la embajada china ha intensificado su lobby diplomático para evitar el aumento de aranceles a productos asiáticos, dirigiendo presión directa al canciller Juan Ramón de la Fuente y al titular de Economía, Marcelo Ebrard.
La posición mexicana, sin embargo, se mantiene firme en lo que constituye un pilar fundamental del Plan México: proteger la industria nacional y diversificar las relaciones comerciales. Funcionarios de alto nivel que pidieron anonymity confirmaron que «no hay espacio para retroceder en una estrategia diseñada para fortalecer la soberanía productiva», aunque reconocen que la presión china ha sido «constante y sofisticada» en las últimas semanas.
Paradójicamente, la presión externa encuentra eco en un sector interno clave. La industria manufacturera del norte del país—particularmente en Nuevo León, Coahuila y Chihuahua—argumenta que los insumos chinos son vitales para mantener su competitividad global. Datos de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (CANACINTRA) revelan que el 68% de las empresas maquiladoras dependen de componentes asiáticos para mantener sus márgenes de utilidad.
El conflicto evidencia la delicada tightrope walk que enfrenta el gobierno: equilibrar el proteccionismo industrial con las necesidades de productividad inmediata. Mientras la Secretaría de Economía insiste en que los aranceles protegerán a las PyMEs nacionales, los grandes consorcios industriales advierten sobre deslocalización y pérdida de inversiones si se encarecen sus costos de producción.
Analistas del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señalan que este pulso refleja la maduración de la política exterior mexicana: «Por primera vez en décadas, México negocia con China desde una posición de relativa fuerza, aprovechando el nearshoring y la reconfiguración geopolítica global». El Paquete Económico 2026 sería, en esta lectura, una apuesta estratégica por valor agregado nacional frente a la importación masiva.
El desenlace de este pulso comercial definirá no solo las relaciones México-China, sino el modelo económico completo para los próximos años. Lo que parece una disputa arancelaria es en realidad una batalla por el alma industrial de la nación: ¿proteccionismo para desarrollar cadenas propias o integración global pragmática para no perder el tren de la competitividad?
La solución, sugieren expertos, podría estar en la gradualidad y selectividad: aranceles diferenciados por sector industrial y plazos de implementación escalonados que permitan a la industria nacional adaptarse mientras se mantiene la competitividad de los exportadores. Esta sería la prueba definitiva para la sofisticación de la política económica del actual gobierno.