
En la Ciudad de México, el Día de Muertos ya no solo se honra con flores y velas: también se saborea. Este año, la gastronomía tradicional mexicana vive una reinvención creativa, con recetas clásicas que adoptan giros modernos y conquistan las redes sociales. Desde panes de muerto con rellenos inesperados hasta “pambamuertos” con forma de huesitos, las cocinas, panaderías y cafés de la capital están en plena fiebre culinaria.
El protagonista sigue siendo el pan de muerto, ese símbolo esponjoso que cada octubre invade vitrinas y mesas familiares. Pero ya no se trata solo del pan de azúcar tradicional. En Instagram abundan las versiones rellenas de crema de pistache, chocolate con chile, mazapán o incluso matcha. Las panaderías artesanales del Centro Histórico, Roma y Coyoacán presumen sus ediciones limitadas con glaseados de colores, diseños minimalistas y toques internacionales que buscan atraer tanto a turistas como a foodies locales.
Junto a ellos llegan las calaveras de azúcar con twist, hechas ahora con ingredientes alternativos: miel de agave, chocolate amargo, amaranto o cobertura vegana. Las nuevas generaciones se apropian del símbolo más dulce del Día de Muertos, pero con conciencia alimentaria. En algunos talleres de repostería, incluso se imparten clases para elaborar calaveras sostenibles, sin desperdiciar azúcar ni usar colorantes artificiales.
La estrella del año, sin embargo, es el “pambamuerto”, una invención chilanga que mezcla lo sagrado y lo sabroso. Se trata de un pambazo con forma de huesitos, relleno de chorizo con papa o versiones gourmet de hongos con mole, que se ha vuelto viral por su original presentación. En Instagram, los videos del pambamuerto superan miles de likes y comentarios de usuarios que celebran esta nueva joya de la cocina urbana mexicana.
Esta tendencia no solo apela al paladar, sino también a la nostalgia. “Queremos que la gente reviva el Día de Muertos con todos los sentidos”, cuentan panaderos y chefs locales que participan en ferias gastronómicas. El olor a pan horneado, el color de las flores y el sabor de los ingredientes típicos se fusionan con propuestas contemporáneas que dan nueva vida a la tradición.
El auge de los postres veganos y con influencias globales también ha cobrado fuerza. En barrios como Condesa o Polanco, cafeterías ofrecen versiones sin lácteos ni gluten del pan de muerto, acompañadas de lattes de cempasúchil o bebidas infusionadas con copal y canela. La estética visual de estos productos —fotogénicos, coloridos, perfectamente apilados— es parte clave de su éxito en redes.
Expertos en cultura gastronómica explican que este fenómeno refleja un diálogo entre generaciones. Por un lado, los mayores transmiten las recetas familiares; por otro, los jóvenes las reinterpretan con ingredientes actuales y técnicas modernas. Es el mismo altar, pero con otro sabor: el respeto por la memoria sigue ahí, aunque ahora se exprese entre hashtags, reels y stories.
Además, la reactivación económica del sector panadero y restaurantero se deja sentir. Durante la temporada de Día de Muertos, las ventas de pan artesanal, calaveras decoradas y productos temáticos aumentan más del 30 %, impulsadas por el turismo local y extranjero. El aroma del cempasúchil y la mantequilla se mezcla con la música de fondo y los flashes de los celulares que documentan cada bocado.
Así, mientras los difuntos regresan a visitar a los suyos, los vivos aprovechan para celebrar la creatividad que define a México: un país que no teme reinventar su cocina sin perder su esencia. Y entre pan, azúcar y chile, el mensaje es claro: la tradición no muere, solo se reinventa con sabor y estilo.